Suiza, donde pastan medio millón de vacas y con una política estricta de bienestar animal, practica una ganadería sostenible para limpiar montes, proteger la biodiversidad, mejorar la calidad del suelo y evitar inundaciones. El país helvético no ha inventado nada: pastoreo y agroecología.
La preocupación por el bienestar animal es un asunto prioritario para algunos países. Así, Argentina publicó en 1954 su ley sobre Malos tratos y actos de crueldad a los animales, e India en 1960 su Ley de Prevención de la Crueldad contra los Animales. Algunas regiones se adelantaron más que otras, pero el fenómeno es global.
Países como Tanzania, Nigeria, Suecia, Suiza, Austria, Etiopía, Níger o Filipinas destacan no por su velocidad a la hora de legislar, sino por el cuidado con el que han redactado grandes marcos legales con los que proteger tanto a animales de compañía como a ganado. Y es que parte de la ganadería sostenible consiste, en efecto, en cuidar a sus animales.
Suiza no fue de los países pioneros, pero sin duda ha sido de los más concienciados, hasta el punto de que cuando se realizaron la pregunta de si era posible una ganadería sostenible, incluyeron la protección dentro de su constitución. El actual gobierno suizo tiene una política increíblemente estricta respecto al bienestar animal y el cuidado de terreno usando... ¿vacas? Así es como Suiza usa la innovación neolítica para exportar quesos de alta calidad.
Suiza es un país de vacas
Que la vaca es un símbolo de Suiza queda fuera de duda cuando se examinan algunos datos. Pastando en un millón de hectáreas hay medio millón de vacas —en Suiza viven 8,85 millones de personas—, de las que nueve de cada diez pastan en prados y pastizales, consumiendo más de ocho millones de toneladas de forraje anual. El resultado de esta industria supone 3,5 millones de toneladas de leche al año, de las que 1,5 millones se destinan a quesos y un millón a mantequilla.
El pastoreo en Suiza data de hace más de 10.000 años, pero es en las última décadas en que el gobierno helvético, democracia directa mediante, establece una política estricta sobre bienestar animal —nadie puede “someter a un animal indebidamente al dolor, el sufrimiento, el daño o el miedo”, según la La Ley Federal de Protección de los Animales— y cuidado de los pastos (que por lo general crecen fuertes con una envidiable cantidad de lluvia). ¿El resultado? Suiza protege a nivel constitucional la dignidad de los animales y produce unos quesos estupendos sin perjuicio del medio ambiente.
La ganadería sostenible como respuesta a la crisis climática
¿Para qué sirve una vaca en el monte? Entre los beneficios directos de los animales pastando se encuentran:
- Equilibrio entre la forestación y la deforestación. Sin el pastoreo, muchas áreas alpinas se convertirían en bosques, mientras que otras se desertificarían. Gracias al pasto, son los propios pastores los que delimitan, limpian y protegen las zonas boscosas; al tiempo que preservan el monte de pasto para futuras generaciones gracias a un cuidadoso ciclo de alimentación vacuna. Hacen jardinería de monte.
- Mantenimiento de la biodiversidad. El ganado, al pastar, crea un mosaico de vegetación de diferentes alturas y densidades. Esta variedad de alturas proporciona hábitats para una amplia gama de especies, desde insectos y reptiles hasta aves y pequeños mamíferos. Además, mantienen abiertos pasillos que de otra forma se cerrarían por el crecimiento de arbustos y árboles.
- Vegetación en mejor estado de salud. Cuando el pastoreo es sostenible, esto es, que un rebaño no agota la vegetación de una zona sino que va rotando de parcela en parcela, se produce como consecuencia un crecimiento de las raíces de las plantas que sirven de comida, lo que secuestra carbono mejor y libera nutrientes en el suelo, mejorando la calidad de este al dar soporte a microorganismos. El suelo se vuelve más fértil.
- Evita la escorrentía superficial. Un suelo fértil y lleno de vida, repleto de raíces más profundas, infiltra mejor el agua y evita que la escorrentía superficial erosione el terreno, por lo que las vacas están ayudando a evitar las inundaciones que a veces ponen en jaque a las infraestructuras humanas. En cierto sentido, son vacas que previenen riadas o sequías.
Innovar aprendiendo del pasado
Los suizos no han inventado nada, tampoco el ciclo corto del agua, la forma en que el pastoreo mejora la calidad del suelo o la forma en que el campo sostenible evita inundaciones. Pero han sabido usar la naturaleza en favor tanto de sí misma como de su ciudadanía.
La fabricación de queso suizo y la venta de leche no es un negocio particularmente lucrativo o con alto beneficio. Al estar fuera de la PAC (Política Agraria Común) europea necesitan sus propios mecanismos de ajuste económicos y ayudas al sector. Sin embargo, aporta trabajo local, consolida poblaciones rurales y mantiene la economía familiar. De hecho, la mayoría de las explotaciones son pequeñas, con algo más de 25 cabezas de ganado y una producción que no llega a los 200.000 litros al año. Pero Suiza se toma muy en serio la protección de esta forma de vida.
En parte porque el pastoreo realiza funciones críticas de limpiado de campos y protección de la cubierta vegetal. Sin esta herramienta, el coste para el gobierno helvético de mantener los campos sería exorbitado. De hecho, no son pocos los proyectos españoles que ya usan el pastoreo regenerativo en que se rota el área de pasto. Pero mientras que en países como España mejorar la calidad del suelo es optativo, en Suiza el pastoreo es obligatorio en los montes.
Esa es la clave de la innovación suiza en este ámbito: una regulación diseñada específicamente para proteger la naturaleza, el bienestar de los animales, y preservar la calidad de vida de los humanos.