La movilidad aérea está en plena revolución. Se estima que para 2030 el mercado mundial de taxis aéreos y drones de despegue y aterrizaje vertical alcanzará los 52.000 millones de dólares. Las normativas, el uso de tecnologías limpias y la seguridad son piezas esenciales de la urban air mobility (UAM).
La movilidad sostenible es, quizá, uno de los cimientos insustituibles de la transición energética. Según un informe de la ONU, el sector del transporte es responsable del 24 % de las emisiones directas de dióxido de carbono, lo que corresponde a 8.000 millones de emisiones en total. La EEA –agencia medioambiental europea– avisa de que el sector, tal como está organizado actualmente “no es sostenible” y es responsable de una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero de toda la Unión Europea, siendo además el único que, desde 1990, ha visto aumentar sus emisiones.
La Unión Europea tiene el objetivo de llegar a la neutralidad climática de aquí a 2050, es decir, con cero emisiones netas de gases de efecto invernadero, y el European Green Deal pretende lograr una reducción del 90 % de los gases relacionados con el transporte. Por ello se han propuesto iniciativas que van desde favorecer el transporte de mercancías por ferrocarril y reducir la necesidad de desplazamiento de las personas, hasta adoptar soluciones innovadoras basadas en la movilidad eléctrica y las nuevas tecnologías.
Entre las propuestas, destaca como especialmente innovadora la de fomentar la urban air mobility (UAM). Al mismo tiempo, la Agencia de Seguridad Aérea de la Unión Europea (EASA) ha presentado IAM Hub (donde IAM significa Innovative Air Mobility): un entorno digital dedicado a intercambiar información sobre taxis aéreos y drones entre todas las partes interesadas.
Está claro que la movilidad del futuro mira hacia el cielo y la urban air mobility, antaño considerada ciencia ficción, se está convirtiendo en realidad, redefiniendo la forma en que concebimos el transporte urbano y extraurbano. Este concepto, de hecho, abarca no sólo el transporte de pasajeros en taxi aéreo, sino también servicios esenciales como el transporte de sangre, órganos, la vigilancia del tráfico y la seguridad pública.
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Tecnologías silenciosas… y limpias
La previsión es que para 2030 el 60 % de la población mundial vivirá en grandes aglomeraciones urbanas: la UAM ofrece una solución para abordar problemas como la contaminación, la congestión del tráfico y el uso ineficiente del espacio urbano. Estos vehículos están diseñados para recorrer distancias cortas (menos de 50 km) a baja altitud (por debajo de los 1.500 metros). El objetivo, por tanto, es la implementación de tecnologías de transporte silenciosas, limpias y seguras para una movilidad inteligente.
Los avances recientes en el sector incluyen tanto vehículos conducidos por humanos como tecnologías para la conducción remota y autónoma, aunque esta última sigue siendo un desafío importante. En previsión de los Juegos Olímpicos de París 2024, se anunció la apertura de una línea de taxis aéreos basados en el modelo Volocity de la startup alemana Volocopter.
Para pasar de los prototipos a la práctica a gran escala, se necesitan inversiones en infraestructuras, como vertipuertos –espacios de despegue y aterrizaje vertical– para fomentar el uso de drones, cuyos servicios podrían, según estimaciones de la UE, alcanzar un valor de mercado de 14.500 millones de euros de aquí a 2030. Para el mismo año, se estima que el mercado mundial de drones de despegue y aterrizaje vertical y taxis aéreos alcance los 52.000 millones de dólares.
Movilidad aérea urbana: mercado mundial por regiones 2035