Los bioplásticos, el vidrio, el papel o los textiles naturales son algunos de los materiales potenciales para reducir la dependencia del plástico y ofrecer soluciones más respetuosas con el planeta.
En marzo de 2022, 175 países se pusieron de acuerdo para trabajar en un tratado global contra el plástico. El objetivo final era consensuar, a finales de 2024, un documento que sirviese para reducir la contaminación por plásticos, de forma similar a cómo el Acuerdo de París sirve para hacer frente al cambio climático. La cuarta y penúltima sesión de negociaciones acaba de terminar en Ottawa, Canadá, y se han logrado algunos avances en la redacción del borrador final del acuerdo. Ahora, todas las miradas están puestas en la reunión definitiva, que se celebrará en Busan, Corea del Sur, a partir del 25 de noviembre.
460 millones de toneladas de plástico son producidas cada año, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), y solo el 9% es reciclado debidamente. Además, un 22%, es decir, más de 100 millones de toneladas, termina sus días como vertidos o quemas incontroladas. Aunque conocemos los efectos perjudiciales del plástico en el medioambiente y en nuestra propia salud, seguimos dependiendo de esta gran familia de materiales para muchos usos. Tanto, que si nada cambia, en 2060 se producirán más de 1.200 millones de toneladas de plásticos anuales en todo el planeta, siempre según cálculos de la OCDE.
Por eso, al mismo tiempo que casi todas las naciones del mundo discuten cómo reducir el uso del plástico, cómo frenar la contaminación o cómo mejorar las tasas de reciclaje, una pregunta cobra fuerza: ¿con qué vamos a sustituirlo? Y es que encontrar alternativas al plástico no es tan sencillo como podría parecer.
Las alternativas al plástico
Como sucede en la mayoría de negociaciones internacionales, los 175 países que están discutiendo los detalles de un tratado global sobre plásticos trabajan sobre un documento base, el llamado zero draft. Este delimita las líneas a seguir en la negociación y los aspectos que deberá cubrir el tratado final, que incluyen desde medidas para reducir la contaminación en todo el ciclo de vida del plástico o limitar los aditivos químicos que se añaden a los materiales hasta nuevas reglas para el uso de microplásticos y de materiales reciclados. En él se habla, también, de las alternativas al plástico.
El documento base de la ONU divide los materiales con posibilidades de reemplazar al plástico en dos categorías: sustitutos (todos aquellos que no están basados en combustibles fósiles ni polímeros sintéticos) y alternativas (los bioplásticos y los plásticos biodegradables).
Los sustitutos del plástico
Muchos de los materiales alternativos al plástico llevan entre nosotros mucho más tiempo que el propio plástico, como el vidrio, el papel o los tejidos de fibras naturales como el algodón. El informe The pressing case for natural and environmentally friendly substitutes to plastics de la ONU también recoge alternativas como los textiles a base de restos vegetales, los sustitutos de plásticos agrícolas desarrollados a partir de desechos de madera, los envoltorios de alimentos fabricados con subproductos vegetales, como las hojas de platanera, o las fibras alternativas de alta resistencia, como las derivadas del coco.
Entre los casos de éxito de desarrollo de nuevos materiales, el informe señala el de Bananatex, una fibra técnica textil desarrollada en Filipinas por la compañía suiza QWSTION a partir de plantas de plátano, el de Calida, una empresa también de Suiza de ropa interior y pijamas, que incluye entre sus tejidos fibras a base de algas, bambú y celulosa, o Biopencil, una startup de Perú que ha desarrollado materiales basados en algas marinas para la elaboración de lápices.
Las alternativas: el caso de los bioplásticos
En los últimos años, la industria del plástico ha puesto mucho interés en el desarrollo de los bioplásticos como alternativa al plástico convencional. Bajo esta etiqueta, sin embargo, se agrupan diferentes tipos de materiales de origen biológico, obtenidos a partir de materias renovables como la caña de azúcar o el etanol procedente del maíz. Estos materiales alternativos no siempre son biodegradables y también existen plásticos a base de petróleo que sí se degradan. Uno de los bioplásticos más prometedores es el poliácido láctico (PLA), de origen vegetal, muy similar al plástico (de hecho, cada vez se usa más para envases) y biodegradable bajo ciertas condiciones.
Otro de los materiales destacados que recoge el informe de la ONU es el biodolomer, un polímero biodegradable de origen biológico, basado en un poliéster que se degrada, carbonato de calcio y aceites vegetales. El biodolomer está siendo utilizado, entre otras cosas, para reemplazar las redes de pesca a base de plásticos como parte de un proyecto piloto del Sustainable Manufacturing and Environmental Pollution Programme en Sudáfrica, Kenia y Tanzania.
Los bioplásticos tienen un gran potencial para reemplazar parte de los usos de los plásticos tradicionales. Aun así, en 2023 apenas supusieron un 0,5% de los más de 400 millones de toneladas de plásticos producidas en todo el mundo, según datos de la organización European Bioplastics. La capacidad de producción limitada y su precio (todavía son más caros que los plásticos derivados del petróleo) son sus mayores obstáculos. No existe una solución única para reemplazar al plástico: los materiales alternativos son solo una parte de un esfuerzo global que pasa también por reducir el uso del plástico, reutilizar y reparar los productos, limitar los usos más nocivos y mejorar las tasas de reciclaje.