Cómo identificar empresas en las que invertir

A la hora de seleccionar compañías que formarán parte de las carteras, los gestores buscamos en ellas al menos cinco características atractivas que garanticen su continuidad a largo plazo y, por tanto, ofrezcan potencial rentabilidad.

En un océano de entre 200 y 245 millones de compañías en todo el mundo, según el Banco Mundial, “la clave para invertir no es evaluar cuánto afectará una industria a la sociedad o cuánto crecerá, sino determinar la ventaja competitiva de cualquier empresa y, sobre todo, la durabilidad de esa ventaja”. 
 
Esta frase de Warren Buffett, presidente y director ejecutivo de la gestora Berkshire Hathaway, recoge una de las cinco principales cualidades que debe tener un negocio de calidad para ser considerado como una buena inversión.Por supuesto,  teniendo  en cuenta barreras de entrada, crecimiento estructural, generación de caja y rentabilidad elevada sobre capital. 

Ventajas competitivas

Este concepto desarrollado por el economista e investigador Michael Porter hace cuatro décadas se refiere a aquella característica única y sostenible en el tiempo que diferencia a una empresa en su sector. La tecnología de Apple, la fórmula secreta de la Coca-Cola, la capacidad de reposición de prendas baratas de Zara, los económicos muebles de Ikea… son algunos ejemplos de compañías líderes en sus mercados por haber encontrado/creado esa necesidad singular en los consumidores. 

Barreras de entrada

Lo anterior va muy ligado a otro de los elementos clave para identificar empresas en las que invertir y son las barreras de entrada que dificultan la llegada de competidores a un mercado. Es el caso de la capacidad de producir y distribuir con economías de escala, la fidelidad de los clientes a una marca, el coste de sustitución que obliga desembolsar una elevada inversión inicial, la regulación para proteger la propiedad intelectual o el mencionado efecto red.

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Crecimiento estructural

Un negocio que ofrece un producto o servicio en un sector con crecimiento estructural, no coyuntural, es otra garantía de éxito. Esto es satisfacer la demanda en una actividad con capacidad de crecer a largo plazo al estar protegida por una tendencia y no una moda pasajera. En la actualidad, esas corrientes están relacionadas con la sostenibilidad, la digitalización y el cambio de la pirámide poblacional. Por ejemplo, la mayor longevidad de las personas beneficia a empresas que satisfagan la llamada silver economy, que es aquella que cubre las necesidades de la tercera y cuarta edad, y no sólo las referidas a la salud, también otras como cosmética, ocio, turismo, tecnología, alimentación, etc. 

Generación de caja

En contabilidad, siempre se ha dicho que las empresas mueren por la caja y no por la cuenta de resultados. Tener liquidez es fundamental para sortear cualquier imprevisto y tomar decisiones estratégicas, pero también para crecer sin verse obligado a recurrir a financiación externa, algo muy atractivo para cualquier gestor de inversión. 

Rentabilidad elevada sobre el capital

Por sus siglas en inglés, el ROE (Return on Equity) es la ratio por antonomasia para medir la rentabilidad de una empresa. Refleja el rendimiento de los activos netos de una compañía, lo que determina su capacidad para generar valor para los accionistas. Cuanto más elevado sea el ROE con respecto al coste del capital, mayor rentabilidad podrá generar una empresa en relación con los recursos propios que utiliza para financiarse. 
 
Otros puntos a favor para identificar empresas con potencial de crecimiento es que sean líderes en mercados concentrados con capacidad de fijación de precios y, por supuesto, otra de las máximas de cualquier gurú de la inversión: no invertir en un negocio que no se pueda entender.
 
Con todo, puede que una compañía resulte finalmente una mala inversión. La gestión profesional es clave para mantener carteras robustas y protegerse de las trampas de valor que hacen que una empresa aparentemente de calidad termine siendo un fiasco.