Casi el 17 % de las mujeres tienen intención de emprender. A pesar de que tienen menos posibilidades de cerrar el negocio y conseguir capital riesgo, el emprendimiento femenino sigue creciendo, sobre todo en economías emergentes. De hecho, una de cada tres personas emprendedoras de alto crecimiento, las que generan más impacto y mejor escalan, son mujeres.
El sisal o henequén es la fibra del agave, la planta de la que salen el tequila o el mezcal. Es típica de la península de Yucatán, en México. Hace casi 200 años se exportaba como material resistente para la industria textil, sobre todo para fabricar tela de saco y cuerdas para barcos. Con el triunfo del plástico, aquella fibra perdió el compás de la rentabilidad. Ahora, en plena transición energética, el henequén tiene una segunda oportunidad como sustituto natural de las fibras plásticas.
La estadounidense Angela Damman se enamoró hace más de veinte años de una de esas haciendas henequeneras que salpican los alrededores de Mérida, la capital del estado de Yucatán. Lo dejó todo y allí se marchó con su familia. Pasaron los años y Angela se fue documentando sobre la tradición textil y encontrando sentido a su nuevo hogar. Hoy, junto a artesanos locales, diseña y fabrica mobiliario de alta calidad, accesorios y complementos textiles con henequén, que se exhiben en ferias de diseño por todo el mundo. El caso de Angela y su proyecto empresarial con impacto social e inspiración nativa es solo un ejemplo del impulso emprendedor femenino en América Latina y el Caribe, una de las regiones donde más crece el emprendimiento femenino, según el informe Global Entrepreneurship Monitor 2023/24 (GEM). En su radiografía del ecosistema emprendedor, GEM sitúa a las economías emergentes como el epicentro del emprendimiento femenino.
Este estudio cuenta con datos de 45 países de los cinco continentes y revela que las mujeres participan activamente en proyectos de emprendimiento de alto potencial, aquel que tiene capacidad de crecer con rapidez, escalar a nuevos mercados y generar un impacto significativo. De hecho, uno de cada tres emprendedores de alto crecimiento son mujeres y casi dos de cada cinco empresas emergentes orientadas a la exportación están lideradas por mujeres. “Países como China, Colombia, Irán, Lituania, los Países Bajos y Venezuela mostraron tasas particularmente altas de mujeres que llevan nuevas innovaciones al mercado”, explica el informe, que hace referencia a datos de 2023, los últimos recogidos por este observatorio internacional.
Nuevos negocios y miedo al fracaso
En 2023, 1 de cada 6 mujeres tuvieron intención de emprender (casi el 17%), frente a 1 de cada 5 hombres. Y 1 de cada 10 mujeres inició un nuevo negocio. Sin embargo, los retos no han desaparecido. De promedio, “las mujeres tienen un 21% menos de probabilidades de cerrar un negocio que los hombres. Y las tasas de cierre son más altas en países de bajos ingresos”. Los países con las tasas más altas de cierres en relación con los nuevos emprendimientos liderados por mujeres fueron Polonia, Sudáfrica, China y Canadá. Otro de los desafíos a los que se enfrentan las mujeres emprendedoras es el miedo al fracaso, que también ha aumentado en más de la mitad de los casos, según el GEM 2023/24.
Las mujeres de todas las edades inician empresas siguiendo un patrón similar al de los hombres. Según los datos del GEM ,el 45% de las mujeres y los hombres que inician empresas tienen entre 18 y 35 años, el 44% entre 35 y 54 años y alrededor del 10% entre 55 y 64 años. “Esta tendencia de edad fue significativamente más frecuente en los países de altos ingresos donde la paridad de género era común. En los países de bajos ingresos, las mujeres empresarias tienden a ser más jóvenes, ya que más del 50% tiene menos de 35 años”.
Por sectores industriales, casi la mitad de las mujeres emprendedoras están activas en los comercios mayoristas y minoristas, manufactura y en las áreas sociales, y menos en los sectores tecnológicos, que es, por el contrario, donde se dirige gran parte de la inversión de capital riesgo.
El desafío de la inversión
Y es que entre las dificultades que afrontan las mujeres destaca la inversión. Tal y como reconoce el Banco Europeo de Inversiones, las mujeres emprendedoras de la UE atraen una pequeña fracción del capital riesgo –en 2021 apenas llegó al 1%–. En EE.UU. alcanzó el 2%. A nivel global, la mayoría de la inversión del capital riesgo se destina a sectores vinculados con la tecnología, donde las mujeres están subrepresentadas. La institución financiera apuesta, entre otras medidas, por aumentar el número de mujeres gestoras en estos fondos de capital riesgo; “invertir con perspectiva de género, creando fondos e instrumentos financieros específicos para apoyar el emprendimiento femenino”; ayudar a que las mujeres encuentren esos fondos y apuesten por sectores como la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, las denominadas STEM.
Los expertos de Global Entrepreneurship Monitor añaden que, además de ampliar el acceso al capital de las mujeres emprendedoras para que “más mujeres inviertan en negocios alineados con el tipo de mundo que desean construir”, es importante diseñar programas de capacitación para mujeres emprendedoras en sectores dominados tradicionalmente por los hombres. Y dar visibilidad a los casos de éxito.
Casos de éxito
Uno de tantos ejemplos de éxito con impacto social lo tenemos en Zúrich. Allí funciona desde 2015 Social Fabric, taller de costura fundado por la bióloga molecular Heather Kirk, nacida en Canadá, que sirve también como comunidad de inclusión e integración para personas refugiadas de más de 30 nacionalidades que están tramitando su solicitud de asilo. Social Fabric fabrica textiles personalizados para empresas, organizaciones sin fines de lucro y pequeñas marcas que comparten los valores de la inclusión y la sostenibilidad (uso de tejidos sostenibles y tecnologías de reciclaje).
El GEM reseña también el caso de la marroquí Aya Laraki, fundadora de la startup Cuimer, una empresa que transforma las pieles de pescado descartadas en cuero marino de alta calidad, una alternativa más sostenible en el sector de la moda al uso de pieles de animales exóticos. Desde 2016 ha reciclado más de 40 toneladas de pieles de peces, que Laraki y sus trabajadores han transformado en piezas y complementos de cuero, redefiniendo así la moda circular.