Las tecnologías digitales son una pieza clave en la descarbonización, pero también tienen un impacto ambiental negativo. La green computing, también conocida como Green IT o informática verde, permite apostar por tecnologías que contribuyen a reducir las emisiones contaminantes.
La digitalización forma parte de nuestro quehacer diario en casi todo. Compramos online, consultamos nuestros movimientos bancarios online, leemos la prensa online, estudiamos online… Los avances tecnológicos y la hiperconexión han cambiado la manera en que nos relacionamos con los demás… y con el planeta.
Las nuevas tecnologías tienen un enorme potencial para mitigar el cambio climático. El acceso a infinidad de bienes y servicios a través de Internet nos permite ahorrarnos desplazamientos que provocan emisiones contaminantes: por ejemplo, cursar un máster online genera menos CO2 que desplazarse todos los días a una universidad para hacerlo en persona. Según el Foro Económico Mundial, la transformación digital puede reducir las emisiones globales un 15%.
Sin embargo, ese impacto positivo de la digitalización en el medioambiente tiene una contraparte. Los centros de datos, servidores y las redes de transmisión de información necesarias para que los servicios online funcionen también provocan sus propias emisiones, consumos de agua, desechos electrónicos, etc. En 2020, generaron 330 millones de toneladas de CO2, de acuerdo con la Agencia Internacional de la Energía. Esto representa el 0,9% de las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la energía y el 0,6% del total. Para que sea posible alcanzar un escenario de cero emisiones netas, estas emisiones tendrían que reducirse a la mitad para 2030.
Además, la fabricación de teléfonos móviles, ordenadores y otros dispositivos electrónicos también consume recursos y genera contaminación y desechos.
Tecnologías que limitan su impacto ambiental negativo
Para reducir el impacto medioambiental ha surgido el concepto de la computación verde (green computing). Esto es, diseñar, fabricar y usar tecnologías que sean respetuosas con el entorno e incluye reducir las emisiones y la energía consumida por los fabricantes de tecnologías, los centros de datos y los usuarios finales.
Según el Institute for Business Value de IBM, el 62 % de los consumidores están dispuestos a cambiar sus hábitos si eso ayuda a reducir el impacto negativo en el medioambiente, el 59 % de los inversores privados tienen en cuenta la sostenibilidad como criterio en la compraventa de participaciones de empresas y el 39 % de los CEO consideran que los factores medioambientales impactarán en sus organizaciones.
Algunas de las acciones que muchas empresas están implementando en materia de green computing tienen que ver con el uso de la energía. Están instalando paneles solares y aerogeneradores para desarrollar energía limpia que puedan autoconsumir para reducir su dependencia de combustibles fósiles. También se aplican innovaciones que permiten reducir la demanda energética de los dispositivos.
Otra de las estrategias más habituales es la virtualización de servidores, que permite depender menos de servidores físicos y, por tanto, reducir el consumo de energía. También destaca el reciclaje de residuos electrónicos para mitigar el impacto ambiental que tienen los dispositivos al final de su vida útil.
Soluciones en la mano de los consumidores
Los consumidores también pueden implicarse en el green computing. Lo hacen cuando, a la hora de comprar un dispositivo, eligen uno con un bajo consumo energético. O cuando priorizan la compra de productos o la contratación de servicios de empresas que apuestan por la sostenibilidad frente a competidores más contaminantes.
Además, pueden implantar tecnologías que ayudan a reducir el consumo, como es el caso de los sensores de movimiento o los programadores de encendido y apagado. O, al igual que las empresas, reciclar adecuadamente los dispositivos electrónicos cuando ha terminado su vida útil.
Tecnologías emergentes, como la computación cuántica, son otro actor principal para acelerar el cumplimiento de los objetivos climáticos al facilitar la optimización de procesos y mejorar la eficiencia. En un contexto de crisis climática, la sostenibilidad es ineludible.