Depósitos, fondos, ETFs, planes de pensiones… Hay métodos y productos de inversión para todos los gustos, pero siempre con un mismo propósito: generar rentabilidad a nuestro dinero. Hay que tener en cuenta el nivel de riesgo y contar con la opinión de un asesor.
¿Qué son los vehículos de inversión?
Un vehículo de inversión es todo producto o instrumento financiero en el que se puede depositar el dinero a cambio de obtener una rentabilidad. Aquí entran desde los bienes raíces (casas o terrenos) a las obras de arte o las joyas, pero si hablamos de métodos financieros tendríamos vehículos más clásicos, como los depósitos bancarios, y más innovadores, como los ETFs. Por tanto, la variedad es inmensa, pero la finalidad es la misma: enviar el dinero a un producto que genere rentabilidad.
Aunque hay muchos y muy variados, los vehículos de inversión más conocidos y utilizados por los inversores minoristas son los que se detallan a continuación. En todos ellos, es posible invertir, siempre teniendo en cuenta el perfil de riesgo y con el asesoramiento de un experto que ayude a elegir el más adecuado.
Depósitos bancarios
Los depósitos bancarios, más que un vehículo de inversión, se puede ver como un vehículo de ahorro, pero merece la pena considerarlos. Se trata de un producto en el que el inversor deposita su dinero durante un periodo de tiempo determinado de antemano con, generalmente, una rentabilidad determinada previamente.
En este vehículo, el inversor le presta su dinero al banco con la intención de recibir la totalidad de ese dinero más los intereses asociados y prefijados previamente. Es un producto menos rentable y más conservador porque están respaldados por Fondos de Garantía, que protegen al inversor para que no pierda el dinero depositado.
Tanto en este, como en el resto de los vehículos, hay que tener claro que la rentabilidad va vinculada al riesgo. A menor riesgo, menor rentabilidad.
Fondos de inversión
Los fondos de inversión son, probablemente, los vehículos más conocidos por los inversores. Se trata de un vehículo en el que se reúne el dinero de un grupo de inversores, pequeños y/o grandes, para comprar activos financieros. Fondos de inversión existen de muchos tipos y cada uno es recomendable según el perfil de riesgo y el objetivo financiero de cada uno.
Por ejemplo, un fondo de inversión de renta fija europea podría invertir en bonos soberanos de los diferentes países del Viejo Continente, como en bonos corporativos emitidos por las empresas residentes en esta región. Mientras que un fondo de renta variable americana, invertirá en acciones de la bolsa de EE. UU.
Fondos indexados
Aunque es una variante más de los fondos de inversión, los fondos indexados han cobrado cada vez más protagonismo en el mercado. Tanto es así que en EE. UU. ya representan, junto con los ETFs (fondos cotizados en bolsa), el 50% de la cuota del mercado.
Estos fondos replican el comportamiento de un índice y la gestión no se lleva a cabo por un grupo de gestores. Mientras que en un fondo activo son los expertos quienes deciden qué valores comprar o vender, en un fondo indexado estas decisiones se toman de forma pasiva.
Para verlo con un ejemplo mejor, en un fondo indexado se tendría la misma rentabilidad –descontando las comisiones– que marque su índice de referencia. Así, si se adquiere un fondo que replique el S&P 500, se estarían adquiriendo las 500 acciones del principal índice americano indirectamente.
ETFs
Los ETFs son un producto muy parecido a los fondos indexados en cuanto a su funcionamiento pero la diferencia es que son más accesibles y se pueden comprar en casi cualquier bróker, ya que funcionan como una acción. Por tanto, existe mucha más variedad dentro de los ETFs que dentro de los fondos indexados.
Los ETFs, además, no solamente replican el comportamiento de un índice, sino también de otros activos. De hecho, existen ETFs que replican el precio del oro, de una cesta de materias primas o del propio Bitcoin. En este caso, en lugar de tener que comprar físicamente una onza de oro y venderla con el paso de los años, también físicamente, se puede tener exposición al mercado del oro con tan solo un ETF, en el que la custodia del metal precioso la realiza la empresa emisora del vehículo de inversión.