Durante cuánto tiempo, con qué objetivo y qué riesgo queremos asumir. Son las primeras tres cuestiones que debemos estudiar antes de realizar una inversión. Luego tendremos que analizar qué cartera elegimos y no olvidar el factor psicológico.
¿Qué debes analizar antes de invertir?
Antes de empezar a invertir y elegir los activos que mejor pueden integrarse con nuestros criterios y planteamientos, hay que responder a tres aspectos fundamentales sin los cuales no se puede crear una estrategia de inversión adecuada.
- Marco temporal
No tiene por qué ser la primera de las cuestiones a resolver, pero tiene la misma importancia que las dos siguientes. Lo primero es saber el margen de tiempo en el que quieres prescindir de ese dinero para conseguir que este genere un rendimiento extra.
Si ese dinero lo necesitas para dentro de un año porque quieres comprar un coche o una casa, no tienes que elegir la misma inversión que si ese dinero lo quieres a largo plazo.
- Objetivo
Una vez que sepas el periodo de tiempo en el que quieres mantener el capital invertido, hay que saber cuál es el objetivo de la inversión. Es posible que solamente quieras salvar el impacto de la inflación para no perder poder adquisitivo. Sin embargo, también es posible que quieras ir hacia inversiones que te generen un 7% anualizado o más durante un periodo de tiempo concreto.
Aquí lo más importante es que sepas que a mayor rentabilidad buscada, mayor riesgo asumido. Es decir, si quieres conseguir un 2% anual, asumirás mucho menos riesgos que si aspiras a lograr un 8 o un 10%.
- Perfil de riesgo
Por último, pero no menos importante, debemos analizar nuestro perfil de riesgo. Para ello, hay varios test en internet que te pueden ayudar a conocerte mejor. Lo que sí te podemos decir es que es un paso imprescindible. Antes de crear tu cartera, tienes que saber la volatilidad y el riesgo que puedes asumir. Ya que, si tienes un perfil más conservador, tendrás que ir hacia productos de renta fija, mientras que con un perfil más agresivo deberías ir hacia la renta variable.
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¿Dónde invertir?
Una vez que hayas respondido las tres preguntas anteriores, entonces debes analizar el universo de opciones disponibles para configurar la cartera, así como saber los criterios y características de cada uno de ellos.
- Renta fija
La renta fija es uno de los mercados favoritos de los inversores, sobre todo para aquellos con perfiles más conservadores y moderados. No obstante, debería formar parte de todo tipo de carteras, variando el tipo de asignación en función del perfil de riesgo y los objetivos.
Invertir en renta fija consiste en prestar dinero a un Estado o a una empresa con la condición de recibir unos intereses más la cantidad prestada. En este punto, lo que debes analizar es el perfil crediticio del emisor de la deuda, ya que no será lo mismo prestar dinero a un país como Alemania que a una pequeña empresa desconocida. De nuevo, vuelve a aparecer el binomio rentabilidad-riesgo.
Así, en renta fija debes fijarte en la calificación del emisor, pero no solo eso. También debes fijarte en el tiempo, la liquidez y los intereses. Si quieres mantener el bono hasta vencimiento, debes saber si es para 2 años o para 8, así como la liquidez que tiene el activo en caso de querer venderlo antes en el mercado secundario. Finalmente, los intereses pagados por el emisor también deben adecuarse a tus objetivos de rentabilidad. Así, si quieres salvar la inflación, pero el bono que compras paga un 1,5% anual, difícilmente conseguirás el objetivo.
- Renta variable
En renta variable los criterios a analizar son muy diferentes y también dependerá de si buscas invertir en acciones de forma directa o mediante productos como ETFs (fondos cotizados en bolsa) o fondos. En cualquier caso, tienes que conocer aspectos como en qué empresa inviertes, el país, el sector en el que opera, las competencias y su análisis financiero para saber la valoración que este negocio tiene con respecto a su cotización.
Si optas por las acciones, los criterios deben ser más exhaustivos y detallados, ya que comprarás participaciones de una empresa en concreto y eso requiere un mayor detalle de análisis sobre las cuentas de la compañía. Un paso que exige una mayor formación como inversor.
En el caso de los ETFs y los fondos, los criterios a seguir no son tan exhaustivos, aunque también deben mantenerse. Tendrás que fijarte en qué empresas invierte, en el país o países y los sectores. No será lo mismo comprar un ETF de un país concreto, como la India, que uno sobre un sector como la ciberseguridad. Para cada caso, el análisis debe ser diferente.
Materias primas
Por último, el otro tercer gran grupo es el de las commodities o materias primas. Aquí aparecen productos de lo más variados como el oro, el petróleo, el café o, incluso, el zumo de naranja. Cada una de ellas se rige por unos criterios que deberás conocer antes de invertir. En el caso del oro, suele actuar como un activo refugio para proteger de la inflación y dar estabilidad a la cartera.
Sin embargo, otros productos como el acero o el cobre dependen de la industria y su demanda. Así, cuando hay un mayor crecimiento económico a nivel mundial, estos metales lo suelen hacer mejor. Mientras que en el caso de productos como el cacao, el café o el zumo de naranja, la climatología influye considerablemente.
Aun así, las commodities en su conjunto suelen ser bastante cíclicas, lo que implica que hay periodos temporales en los que se comportan mejor que en otros. En cualquier caso, los criterios a aplicar para cada una de ellas son diferentes y responden a distintos motivos. De hecho, el oro suele hacerlo bien si la economía sufre debido a que se usa como protección. Mientras que el petróleo lo hace bien cuando la economía crece porque hay una mayor movilidad.