El inicio de un nuevo año puede ser una oportunidad para revisar nuestras inversiones. Durante este proceso, es normal sentir una mezcla de emociones. Sergio Pedrosa, director ejecutivo de Banca Privada en BBVA Suiza, habla sobre los errores cognitivos en la inversión y comparte algunas estrategias para no caer en sesgos.
Los errores cognitivos en la inversión
En el proceso de toma de decisiones, los errores cognitivos son más comunes de lo que pensamos y pueden tener un impacto negativo en la rentabilidad de nuestras inversiones. Estos sesgos afectan nuestra percepción y juicio, llevándonos a decisiones que no son completamente objetivas. Algunos de los errores más frecuentes incluyen:
- Efecto de sobreconfianza
El exceso de confianza en nuestras propias decisiones es un error muy común. Después de un buen resultado, como una ganancia por una inversión acertada, es fácil caer en la tentación de asumir riesgos mayores, convencidos de que siempre tomaremos las mejores decisiones. Este exceso de confianza puede llevarnos a invertir en activos más arriesgados sin una evaluación adecuada, lo que se puede materializar en pérdidas significativas.
- Sesgo de confirmación
Este sesgo ocurre cuando buscamos información que respalde nuestras creencias previas, ignorando cualquier dato que las contravenga. En lugar de tomar decisiones basadas en un análisis imparcial, tendemos a buscar solo lo que confirma lo que ya pensamos. Esto puede hacernos perder oportunidades valiosas o mantenernos invertidos en activos que ya no son rentables.
- Efecto manada
En muchos casos, los inversores tienden a seguir a la mayoría sin un análisis riguroso. Esta tendencia puede llevarnos a comprar activos en picos de precio, cuando los mercados están sobrevalorados. El comportamiento de seguir a la multitud sin tener en cuenta los fundamentos del mercado aumenta significativamente el riesgo de pérdidas cuando los precios finalmente caen.
- Aversión a la pérdida
Este sesgo psicológico nos lleva a evitar las pérdidas a toda costa, incluso si esto significa sacrificar el potencial de ganancia. Los inversores conservadores, por ejemplo, pueden sentirse incómodos con la idea de asumir riesgos, lo que podría llevarlos a tomar decisiones que resultan un coste de oportunidad, impidiéndoles alcanzar sus metas financieras.
- Efecto anclaje
Este sesgo se refiere a la tendencia de anclar nuestras decisiones de inversión en un valor pasado de un activo, como su precio histórico. Algunos inversores toman decisiones basadas en los datos positivos, sin considerar toda la información disponible, lo que puede llevar a conclusiones erróneas sobre el verdadero valor de una inversión.
Estos y otros sesgos cognitivos pueden afectar de forma directa a la rentabilidad de nuestras inversiones. Al caer en estos errores, es posible que compremos activos en momentos de sobrevaloración, no diversifiquemos adecuadamente nuestras carteras, o sigamos tendencias sin un análisis riguroso. En última instancia, esto nos lleva a asumir riesgos innecesarios y aumentar la probabilidad de pérdidas.
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Estrategias para no caer en sesgos
Para contrarrestar estos sesgos y tomar decisiones más objetivas es importante considerar algunas estrategias clave:
- Formación y asesoramiento profesional
Si bien cada vez más inversores tienen acceso a formación técnica sobre mercados financieros, la educación financiera por sí sola no es suficiente. Complementar esta formación con el apoyo de un banquero privado o asesor financiero es esencial. Estos profesionales pueden aportar una perspectiva externa y ayudar a los inversores a ver puntos de vista alternativos, evitando que sus decisiones estén demasiado influenciadas por creencias personales o sesgos.
- Revisión de estrategias por terceros
Al igual que en el punto anterior, el análisis y la revisión de nuestras estrategias por expertos externos es una forma eficaz de evitar los sesgos personales. Un asesor con experiencia puede ofrecer un enfoque más objetivo y ayudar a identificar áreas de mejora, ajustando las decisiones para maximizar el rendimiento y mitigar riesgos innecesarios.
- Gestión del riesgo
Una de las claves para una inversión exitosa es una gestión adecuada del riesgo. Hoy en día, las normativas financieras y las medidas de protección del inversor están más avanzadas que nunca. Estar guiado por un banco con experiencia y contar con un plan de gestión de riesgos sólido puede reducir significativamente la probabilidad de cometer errores costosos.
- Uso de herramientas de backtesting y simuladores
Las herramientas de backtesting y simuladores permiten a los inversores probar diferentes escenarios y proyectar rendimientos futuros basados en datos históricos. Estas herramientas, cuando son proporcionadas por un tercero con experiencia técnica, pueden ofrecer una visión más clara y objetiva de las decisiones de inversión, ayudando a evitar errores por sesgos emocionales o subjetivos.
- Supervisión continua de la cartera
El seguimiento y la revisión periódica de las carteras de inversión son fundamentales. Y para ello, la figura del banquero o asesor financiero que supervise activamente la evolución de las inversiones es esencial. Esto permitirá ajustar la estrategia a medida que cambian las condiciones del mercado, mejorando así la rentabilidad ajustada al riesgo y reduciendo los errores en el proceso de inversión.
En conclusión, es importante ser conscientes de los sesgos cognitivos que pueden influir en nuestras decisiones y tomar medidas para minimizarlos. Al trabajar con profesionales expertos, aprovechar herramientas tecnológicas y revisar periódicamente nuestras estrategias, podemos mejorar nuestras decisiones de inversión y aumentar nuestras probabilidades de alcanzar los objetivos financieros que nos hemos propuesto para este año.