Lección 11: En busca de un ecosistema blockchain más sostenible

La energía necesaria para alimentar la tecnología blockchain y sus criptomonedas, como la basada en la prueba de trabajo (PoW), es enorme; pero la evolución de los protocolos de minería hacia la prueba de participación (PoS) o la transición hacia energías renovables facilita redes más sostenibles.

Mientras se concreta cómo ayuda la tecnología blockchain al impulso sostenible de las empresas –aumentando la transparencia y ahorrando costes–, el debate que está ahora sobre la mesa es cómo hacer más sostenible la propia tecnología. Una de las mayores críticas al Bitcoin ha sido, históricamente, su enorme consumo energético bajo el protocolo de la prueba de trabajo (PoW), mecanismo para verificar y agregar transacciones en la cadena de bloques de forma segura. Este protocolo de minería requiere un alto consumo energético y recursos computacionales. 
 
A menudo se compara el consumo de Bitcoin con el de países enteros. A julio de 2023, la red bictoin consume unos 149 TWh, por encima del consumo de Ucrania (134,5 TWh/año) y casi como el de Malasia (150,8 TWh). Si la comparación la hacemos con sectores industriales, Bitcoin gasta 20 TWh más que la minería de oro. De hecho, en octubre de 2022, la Comisión Europea, que prepara un informe sobre el impacto medioambiental del universo cripto para antes de 2025, instó a todos los Estados miembros a preparar medidas para disminuir el consumo energético en la minería de criptomonedas. Pero, ¿es posible cambiar el sistema para que sea más sostenible?
 
La prueba de trabajo (PoW) es una de las formas en las que las blockchain pueden alcanzar consensos y almacenar información fiable. Mediante esta prueba, los mineros de criptomonedas realizan complejos cálculos energético-intensivos para verificar bloques de la cadena.
 
¿El problema? La energía usada en estos sistemas de verificación se desperdicia, porque el cálculo en sí no aporta valor de confianza en el sistema respecto a sistemas alternativos no basados en PoW. La PoW requiere recursos como hardware y electricidad, y otras no lo hacen.
Gráfico de cómo ayuda blockchain a la sostenibilidad

No todas las criptomonedas son iguales

Como Bitcoin, lanzada en 2009 de la mano de Satoshi Nakamoto, fue la primera criptomoneda de la historia, y empezó trabajando sobre la prueba de trabajo, a menudo se confunde este consumo energético con el total de criptomonedas, cuando lo cierto es que cada moneda tiene un impacto específico y una forma diferente de operar.
 
La energía consumida por una criptomoneda depende de qué criptomoneda sea, porque no todas consumen la misma cantidad de energía o usan los mismos recursos. Bitcoin, por la forma en que funciona su PoW y minado, consume cada vez más recursos y libera cada año más gases de efecto invernadero. Pero esto no tiene por qué ser así: lo cierto es que Bitcoin puede cambiar como ya cambió Ethereum u otras criptomonedas diseñadas desde una concepción más sostenible.
 
Ethereum ya es una red verde y sostenible desde que terminó su migración de la prueba de trabajo a la prueba de participación (PoS), otra forma de verificar información y alcanzar consensos. La siguiente gráfica, de Ethereum.org, resulta impresionate, con datos de la PoW de BTC y ETH en comparación a la PoS de ETH.

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Una blockchain sostenible es posible

La tecnología blockchainper se, no es contaminante. Pero algunos de sus protocolos sí necesitan impactar para funcionar. El aspecto positivo de estas tecnologías es que sus protocolos pueden ser votados, de forma que se pueden alterar y cambiar a sistemas más limpios. El código no es inmutable, y depende de la voluntad conjunta de quien posea la moneda.
 
Entre las ventajas ya sostenibles de las actuales blockchain, sin importar su sistema de confianza (PoW/PoS), es que usan energía eléctrica, de forma que a medida que el mix energético se vuelve más verde, estas tecnologías se benefician de ello, al igual que ocurre con el tren eléctrico.
 
Aun así, con el crecimiento de sistemas que participan del blockchain, pensados de hecho para escalar rápidamente, alcanzar sistemas criptográficos sostenibles supone un imperativo ético (además de una oportunidad de negocio) y un reto global.