Las pequeñas decisiones: ¿Qué es la mentalidad inversora?

Se habla de que la paciencia, audacia, organización o tenacidad son algunas de las cualidades que conforman la mentalidad inversora, pero antes es importante tener información y educación financiera para conocer los riesgos… y las oportunidades.

La gestión del dinero es una asignatura pendiente para muchas personas. A pesar de ello, todos tomamos decisiones a diario. Decisiones que tienen que ver con afrontar pagos, hacer pequeñas compras del día a día o guardar dinero para abonar recibos o hacer frente a posibles imprevistos. 

Sin embargo, en todo lo descrito, lo que suele imperar es la mentalidad de corto plazo. Las personas priorizamos el pagar las facturas de ese mes, comprar los bienes de primera necesidad o destinar una parte al ocio, como salir a cenar o ir de vacaciones. En todo ese conjunto de pequeñas decisiones, hay un elemento que falta en la ecuación y que es determinante: la inversión.

El dinero como oportunidad

El famoso método de ahorro de Harv Eker señala que el escenario ideal es destinar el 10% de los ingresos al ahorro o la inversión, que es la mejor fórmula para ahorrar a largo plazo. Se trata de un pequeño porcentaje mensual que en largos periodos de tiempo puede resultar determinante y transformador.

La mejor manera es ilustrarlo con un ejemplo. Una persona que ingresa mensualmente 2.000 euros debería destinar al ahorro a largo plazo unos 200 euros. En un periodo de 10 años, tendría ahorrados 24.000 euros. Sin embargo, si ese mismo dinero lo hubiera destinado a un vehículo de inversión con una rentabilidad anualizada del 7%, tendría 35.480 euros. Si el periodo fuese de 20 años, lo ahorrado sin invertir sería de 48.000 euros, mientras que invertido se habría transformado en 105.276 euros.

Solo con el ejemplo anterior se puede apreciar la gran diferencia que puede suponer para cualquier persona, independientemente del nivel de ingresos que tenga, el guardar una parte de su salario y destinarlo a la inversión. 

¿Qué significa invertir?

Invertir tiene muchas posibilidades y consiste en comprar activos financieros con la finalidad de que estos se revaloricen con el paso de los años, haciendo que nuestro dinero crezca. En el caso de la inversión en productos más conservadores, como la renta fija, la metodología es destinar el dinero a financiar a un país o a una empresa y recibir a cambio el monto prestado más unos intereses asociados.

Más allá de las diferentes variantes en las que se puede invertir el dinero, la mentalidad es muy similar a la que puede tener un jardinero o cualquier persona amante de la botánica. Hay que plantar la semilla y regarla regularmente para conseguir que crezca.

En este caso, la inversión consiste en guardar una parte de los ingresos mensuales para comprar activos del mercado financiero con la idea de que estos se revaloricen y nuestro dinero crezca. Es decir, plantar una semilla mensualmente y esperar que el paso del tiempo haga su efecto. 

¿Cómo de seguro es invertir?

Invertir implica riesgos. Sin embargo, estos se pueden mitigar de diferentes formas, con inversiones en diferentes tipos de activos, algo que se conoce como diversificación, y apostando por el largo plazo. En el caso de la inversión en Suiza, tres de los fondos internacionales con mayor trayectoria inversora en el país acumulan una rentabilidad del 6,49% anualizada a 10 años.

En este sentido, también es necesario tener en cuenta el dañino efecto que tiene la inflación en nuestro poder adquisitivo. El aumento generalizado de los precios año tras año hace que nuestros ahorros valgan menos, o que puedan comprar menos cosas. La media general es de una inflación del 2%, lo cual supone que cada año nuestro ahorro, sin invertirlo y solamente parado, pierda valor. O lo que es lo mismo, la alternativa de no invertir es perder dinero. Una persona que tenga 10.000 euros ahorrados durante 10 años habría perdido el equivalente a 1.830 solamente por haber elegido no invertir.

Suiza, una fórmula magistral

Suiza tiene la receta perfecta para mantenerse en el podio como capital financiera e ir más allá. La tradición, innovación y sofisticación de su banca privada es un polo de atracción para la inversión.

¿Por qué no lo hace todo el mundo?

El nivel de educación financiera hace que, en EE. UU., solo el 58 % de las personas tengan algún tipo de inversiones en acciones, en Europa los datos son mucho peores, ya que según los datos del BCE, solo el 13% de los hogares tiene inversiones en fondos y el 11% posee acciones cotizadas.

Los motivos, esencialmente, pueden basarse en los conocimientos financieros, o mejor dicho en la falta de ellos. Según la Comisión Europea, solo el 18% de los europeos tiene un nivel elevado en finanzas, el mismo porcentaje de los que tienen un nivel bajo o nulo. Además, muchas personas tienen una visión negativa sobre la inversión y ven a la bolsa como un casino o una decisión de alto riesgo.

Es interesante mencionar la situación de Latinoamérica y de la población latina en EE. UU.. Por ejemplo, según un estudio de Pew Research Center (PRC), solamente el 28% de los latinos en Estados Unidos poseen acciones en el mercado de valores, un porcentaje muy inferior al 58% del promedio nacional. Pero, no solo eso, sino que según el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe, el 61% de las personas no ahorra y quienes lo hacen ahorran principalmente de manera informal guardando efectivo en su casa debajo del colchón.

Sin embargo, esta concesión sobre los mercados es del todo errónea, solo hay que echar un vistazo al comportamiento de los principales índices globales en las últimas décadas. Por ejemplo, en los últimos 32 años, el índice S&P 500 tuvo un rendimiento anualizado de aproximadamente 9.79%, a pesar de la crisis financiera. Mientras que el MSCI World, que sigue a las principales compañías del mundo, ha ganado un 8,37% anual desde 1987.

El efecto del interés compuesto

El interés compuesto ha sido definido como la “octava maravilla del mundo”, y no es para menos. Este fenómeno se produce cuando inviertes a largo plazo, ya que los beneficios anuales permiten generar nuevos beneficios. En el caso de tener una inversión de 10.000 euros (y sin añadir nada más) y ganar un 10% anualizado, el primer año ganarías 1.000 euros, pero el segundo ganarías 1.100 y el tercero 1.210, debido a que el beneficio de un año se acumula para el siguiente. Es como si plantases un naranjo y en lugar de consumir las naranjas las utilizases para extraer las semillas y plantar más árboles, el segundo año tendrías más árboles que el primero y producirías más naranjas y si lo haces durante muchos años, podrías lograr decenas de naranjos.